domingo, 21 de febrero de 2016

Royendo y jugando

En mi afán de descubrir el mundo, descubrí que royendo descubría más cosas. Y ya de paso aliviaba las encías, que lo de perder dientes y sacar a relucir los nuevos no es agradable...

A lo que iba, que me voy por las ramas. Roer. Un entretenimiento y un placer. Cuando me canso del ñu (más bien mis humanos se cansan de lanzármelo pasillo arriba, pasillo abajo), me da por roer. Yo lo intento con todo lo que pillo, pero recientemente descubrí que a mis humanos no les divierte tanto que yo vaya mordiendo todo lo que encuentro. He descubierto que hay cosas que sí puedo morder, otras que no, y otras que no pero que me da igual y las muerdo (o lo intento) igualmente.

Cojín después de mi hazaña
El caso es que con ciertas cosas mis humanos se cabrean mucho, cosa que no consigo entender, con lo divertido que puede llegar a ser roer en manada... En fin, cosas de humanos.
Pasó, lo de que se cabrean conmigo, con eso blandito donde ponen la cabeza, el cojín. Tiene una cosa dura entre tanta blandura que me atrajo irremediablemente. Y roí y roí... Y me regañaron porque al parecer se estropeó. Pero otro día agarré otro, y roí y roí... Y me volvieron a regañar. Y llegué a la conclusión de que no les gusta que haga eso. Por si acaso no he vuelto a intentar roer otros cojines.
También pasa con las cosas que se ponen ellos en las patas de abajo para andar por casa. ¿Zapatillas? Sí, creo que se llaman así. Cada vez que me ven con una de esas cosas en las fauces, me regañan mucho y yo corro más y me persiguen hasta que la suelto. Aunque después vuelvo a por ella. Y vuelta a empezar. Me asusto un poco cuando me riñen, porque gritan, pero después solo queda en el susto. Ya sé que cuando la dejo en el suelo la tormenta pasa. Ilusos...

A veces me dan cosas que sí puedo morder y roer a mi antojo, como aquel palito de madera que sale al final de mi primera entrada en este blog, que roí y roí hasta que desapareció. ¿Donde acabaría?

Un día, con poco más de dos meses de edad (ya tengo cinco meses y medio, ya soy mayor), estuve jugando con una cosa pequeña y más o menos redondita, una especie de minipelota, chiquitita y resbalosa, con la que me lo pasé muy bien... Aquí abajo la prueba de lo que digo.


Y otras diversas cosas roídas, mordidas y probadas en otros diversos días que quedarán para próximas diversas entradas de estas que son mis aventuras.

Hale, a correr!

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